Escribir sobre Andro Wekua (1977) no es una tarea fácil. El artista construye múltiples instalaciones con maniquíes, esculturas abstractas, pintura figurativa, dibujo, y collage, en ambientes dispersos, pero cuidadosamente concebidas siempre abrumadoras, tanto en el alcance formal como en el contenido psicológico.
Wekua sitúa su mundo visual en tierra de nadie, entre Oriente y Occidente, entre la precisión estética y la improvisación, refleja al mismo tiempo la tristeza y soledad de una infancia en la Georgia Sovietica post-comunista y el sentimiento de la trágica historia de Wekua, que explora múltiples significados en sus imágenes, los medios de comunicación y los signos de su generación.
Muchos son los elementos que aparecen en el lenguaje estético de Wekua, a lo largo de los diversos medios que emplea, siempre salpicados de momentos autobiográficos pasados. Imágenes que podrían ser fotos de familia o anuncios, conforman la base de sus collages, la mano del artista incorpora el color, atenuando los rasgos faciales, borrando la composición con incorporación de formas geométricas. La cuestión es, si lo que permanece oculto se ha perdido, o está deliberadamente oculto. Fuera de estos collages no surgen sólo imágenes recurrentes, sino también la gramática básica y fundamental del mundo visual de Wekua.
Workshop Report /23·10·2009/03·01·2010/WIELS/Bruselas.
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