






A partir de ahí, el eje de su trabajo se sitúa en dos de los componentes fundamentales de la tradición artística: la luz y el color, en este caso, producidos por objetos de fabricación industrial. El interés de Flavin apuntaba a restaurar un equilibrio entre la luz como imagen y la luz como objeto: “No se puede considerar la luz como un fenómeno objetivo, pero es sin embargo así como yo la contemplo”. Sus obras, inscritas en una línea que va de la tradición de la arquitectura, la pintura y la escultura, “a las acciones de luz eléctrica que definen el espacio”, pretenden actuar como “estructuras mentales simples”. Propuestas, en definitiva, que revitalizan el carácter mental y espiritual del arte en la época histórica del dominio global de la tecnología, precisamente a través de ella.
La exposición configura obras en secuencias de unidades modulares cuadradas que bañan dramáticamente el espacio que rodea. Construyendo un muro con estructuras de las lámparas fluorescentes que atraviesa la longitud de la sala y que altera la arquitectura . Parte de esta serie relacionadas con las "barreras" (creado en azul, rosa, amarillo y verde), no se ha exhibido desde que fue expuesta en 1975 en una presentación individual de la obra de Flavin en la Kunsthalle de Basilea (fünf Installationen en fluoreszierendem Licht von Dan Flavin).
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