Hans-Peter Feldmann creció durante la postguerra alemana, un mundo desprovisto de imágenes. Para él las escasas imágenes que encontraba a su alrededor eran ventanas a otros mundos. Fascinado, empezó a coleccionarlas, recortarlas y pegarlas en álbumes, y ha seguido haciéndolo hasta hoy. Por eso no es extraño que cuando empezó su carrera como artista, a finales de los años 60, cubriera la parte de atrás de sus pinturas con collages de fotos, o que más tarde hiciera unos libritos modestos con tapas de cartón e imágenes en offset de un mismo tipo de objetos: aviones, camas deshechas, rodillas de mujer, etc. Los titulaba 2 imágenes (2 Bilder) o 7 imágenes (7 Bilder), según el número que contenían. También comenzó a recoger en las 36 imágenes de un carrete analógico, a la manera de fotos-fijas de cine; hechos triviales: un barco pasando por el río, la mujer de enfrente limpiando la ventana, dos chicas vistiéndose en la piscina. En estas secas y poéticas series que llamó Time series, no suele haber nada extraordinario, sólo el flujo invisible del tiempo detenido para examinarlo. Años más tarde expandió su reflexión en un libro y una serie de 101 retratos fotográficos que llamó 100 Years(100 años), en cada foto mostraba una persona, de entre ocho meses y un siglo. Las personas retratadas eran familia o amigos del artista. Para él fue una manera de mediar con el paso del tiempo; para nosotros, la serie hace de bisagra entre la memoria personal y la colectiva, nos recuerda que el tiempo pasa para todos y cuando la recorremos, inevitablemente comparándonos con las personas retratadas de nuestra edad, repasamos 100 años, toda una vida.
Aunque para el libro 100 Years hiciese una serie de cuidadas fotografías en blanco y negro que entroncan con la mejor tradición del retrato fotográfico y haya realizado series de fotos de gran formato, el trabajo de Feldmann se nutre de instantáneas, fotos de aficionado y toda clase de imágenes corrientes. No le atrae la foto individual sino la serie, o más bien lo que aparece cuando juntamos varias imágenes. Suele repetir que “una foto es un trozo de papel, un objeto; si la miramos nos produce sentimientos o estados de ánimo. La foto de un muerto puede hacernos sentir pena, y si es la de un niño, ternura, pero no es la foto la que lo produce, es nuestra mente. Además esto sucede con todo tipo de fotos buenas, malas, colectivas o privadas”. Y eso es lo que le interesa, el espacio que se abre entre lo que son las cosas y lo que significan para nosotros. Le gusta indagar cómo llenamos de sentido imágenes y objetos en nuestro día a día. Cuando no utiliza fotografías, lo que quiere es que se nos abra una imagen en la cabeza. Por ejemplo, la habitación con la cama deshecha, la ropa desordenada y una foto de mujer en la mesilla es el primer fotograma de una historia que cada persona debe completar.
El universo de Hans-Peter Feldmann es la vida ordinaria. De ahí extrae sus temas y los materiales que emplea. La cotidianidad donde inscribe su trabajo se define por oposición a otros niveles de la actividad humana, es el reverso de la moneda del espacio social capitalista tapizado de imágenes superlativas y retocadas que nos animan al consumo. En cambio, Feldmann parece querer neutralizar sus imágenes, presentándolas materialmente pobres y estéticamente indefinidas, como si quisiera forzar el límite de sus cualidades expresivas. Además, se mantiene emocionalmente a distancia, se limita a informarnos o mostrarnos algo que ha encontrado, esperando que nosotros lo carguemos de sentido. Así su serie All the clothes of a woman (Todas las ropas de una mujer) muestra lo que el título describe: 70 piezas de ropa femenina, una a una. Las ropas son modestas. Sin embargo, este archivo de fetiches humildes conjura a través de la ausencia una historia (¿de amor?). También las fotos de su serie de radios de coche son anodinas y seguramente en otro contexto no les prestaríamos atención, pero al leerlas a la luz de su título Car radio when good music is playing (Radios de coche mientras suena buena música) las hacemos nuestras. ¿Quién no recuerda un momento así?
Feldmann pertenece a la generación que llegó a la mayoría de edad en los años 60, una generación reconocida por cuestionar la autoridad en todas sus formas y buscar nuevos modos de vida que dieran sentido a la vida cotidiana. El arte de ese momento abandona la solemnidad y el autismo de la abstracción buscando una nueva relación con la vida. El interés se desplaza del objeto a los procesos, mientras se cuestionan los sistemas de producción y consumo del arte. Los valores de autoría, singularidad formal y rareza en los que se basa el mercado son rechazados. En los años 70, un editor perseguía a Feldmann para que hiciera un tipo de libro para producir en serie, quería un objeto artístico seriado para vender. Feldmann le daba largas, pero el editor no cejaba, y al final le hizo una propuesta: un billete de 20 marcos de curso legal, de edición ilimitada sin firmar y al precio de 20 marcos. El editor, que no debía carecer de humor, aceptó. Hasta hoy, Feldmann ha seguido sin firmar su trabajo y produciendo el número de copias que desea sin numerarlas. Esta actitud, reflejo de una posición vital y moral frente al mundo, lo ha convertido, en los últimos años, en un referente para los artistas más jóvenes.
Cuando aborda experiencias colectivas suele utilizar los medios de comunicación. Su libro Die Toten(Los muertos), 1967-1993, es un archivo exhaustivo, elaborado con fotos extraídas de la prensa, de todas las personas que murieron en el enfrentamiento entre terroristas y fuerzas del Estado en Alemania en dicho período. En cada hoja hay una foto y debajo el nombre y la fecha de defunción. Al final del libro hay un índice con el nombre de la persona, el lugar y la causa de su muerte. No hay comentarios. El libro recoge la herida social de esos años con respeto a ambos lados del conflicto, aun así el libro ha sido objeto de polémica en Alemania.
Las imágenes del 11 de septiembre de 2001 fueron mostradas de forma unánime por todos los medios de comunicación. La instalación “9/12” recoge a través de 150 periódicos de diversas partes del mundo la reacción frente a lo impensable: todos los periódicos tenían la misma noticia en portada. Es interesante comparar cómo se cubre la noticia -el titular, el espacio, etc.- según el periódico que la lleva. Desde sus inicios como artista, los medios de comunicación han sido un campo de interés para Feldmann, que ha publicado diversas revistas de imágenes sin texto, como Ohio o Cahier d’images, o bien ha intentado, con mejor o peor fortuna, infiltrarse en ellos subvirtiendo su lógica. A finales de los años 90 consiguió que Profil, el semanario de opinión vienés, publicara un número exactamente igual, pero sin texto alguno, sólo con las fotografías. Su Profil es un mundo de imágenes que hemos de mirar sin un texto que nos diga cómo debemos leerlas.
Quizás la obra que mejor ejemplifique el espíritu de Feldmann sea su última instalación Shadow Play. Al entrar en el espacio, vemos la pared del fondo cubierta, de lado a lado, por imponentes sombras que se acercan y se alejan. En el centro, entre la pared y el espectador, encontramos unas mesas giratorias llenas de muñecos y objetos baratos que, iluminados por detrás, crean las sombras. En las mesas hay bastante desorden y se ven restos del montaje. El truco está a la vista, pero la magia no desaparece. Según el artista, “en realidad es un montón de baratijas y desperdicios cuya acumulación crea en nuestros cerebros algo completamente nuevo durante un determinado tiempo: una sombra chinesca”. Estas sombras nos transportan a la infancia donde cualquier imagen podía ser una ventana a otro mundo, porque el arte, como Feldmann dice, “es un evento, una impresión, una sensación, y más. Nunca es el objeto en sí”.
Me ha encantado el artículo, así da gusto acercarse por la exposición.
ResponderEliminarMe he quedado con esta frase: "La foto de un muerto puede hacernos sentir pena, y si es la de un niño, ternura, pero no es la foto la que lo produce, es nuestra mente."
Da que pensar sobre la forma de percibir, sentir e interpretar la realidad por la mente humana, todo un terreno a explorar también artísiticamente, no sólo científicamente que es tal vez el camino usual.
Un buen ejemplo de este tipo de este tipo de iniciativas experimentales y artísticas he visto en el portal de Arte y Vida, http://www.fundacion.telefonica.com/arteytecnologia/certamen_vida/es/vida11/hylozoic_soil.htm
hace unos años la obra ganadora pretendía escenificar la empatía de los seres vivos. Es una obra compleja y elaborada, nada que ver con el concepto artístico de Feldman que para lo mismo usa simples imágenes seriadas.
Un saludo cordial.
Excelente certamen, Antonio Miguel. Me habían hablado alguna vez de ello y me comentaban que es de lo mejor que te puedes encontrar ahora mismo en cuanto a certámentes de arte electrónico; y efectivamente la muestra que pones me lo corrobora.
ResponderEliminarBuen articulo.
ResponderEliminarpd. Podrias poner links de algunas exposiciones de Hans